Los expertos opinan
Enric Marco
Marcovetgrup S.L.
Etapa prepuberal.
Llévame a la sección
Marcovetgrup S.L.
Etapa prepuberal.
Llévame a la sección
Conseguir tener reposición de calidad implica trabajar desde el inicio, es decir, desde que la futura reproductora nace. Si nos planteamos la vida de una reproductora por etapas, habría que conseguir que en cada etapa la futura reproductora consiguiera estar entre los puestos de cabeza.
Así, cuando hablamos de la fase de lactación, el objetivo es conseguir que las futuras reproductoras se encuentren dentro del grupo de los lechones de mayor peso al destete. ¿Por qué?, porque sabemos que el peso al destete marcará el crecimiento posterior de los animales, y también sabemos que las mejores primerizas son aquellas que consiguen los mejores índices de crecimiento.
Los pequeños detalles son los que marcarán la diferencia. Todo aquello que es importante para conseguir la viabilidad de cualquier lechón, también lo será para la futura reproductora:
Una atención sistemática y ordenada de los partos ayudará a reducir la incidencia de lechones anóxicos, con lo que se aumentará su viabilidad. Si durante el parto, desde el nacimiento del último lechón han pasado 20 minutos y el siguiente lechón no viene, se debe intervenir.
Una correcta asistencia reducirá los nacidos muertos, pero también la mortalidad que se produce durante los primeros 3 días post-parto, pues reducirá el porcentaje de lechones que nacen débiles debido a la anoxia padecida durante el proceso del parto.
Secarlas y encerrarlas durante 2 horas en un cajón a 34°C inmediatamente después del parto les permitirá recuperar la temperatura perdida durante el parto y aumentar su vigorosidad, permitiendo que ingieran posteriormente una buena cantidad de calostro.
El primer paso para conseguir una ingesta adecuada de calostro es que la cerda produzca una gran cantidad.
Estudios recientes demuestran que, cuando las cerdas no tienen restricción en el consumo de pienso los últimos días antes del parto, producen una cantidad superior de calostro.
Siempre que se traspasa un lechón su peso al destete se reduce. Los traspasos son una herramienta imprescindible para conseguir suministrar mamas a quien no tiene y, por lo tanto, esenciales para reducir la mortalidad por inanición. Pero, no podemos olvidar que para tener mamas libres hay que destetar lechones de un modo anticipado y, en consecuencia, de un peso inferior.
Los traspasos no consiguen mejorar el crecimiento de los lechones de peor calidad, pero si empeoran el crecimiento de los buenos, por lo que deben limitarse a aquellas situaciones en que son imprescindibles.
La cerda deberá tomar tanta agua y pienso como sea posible, y ello solo se consigue con una adecuada temperatura en la sala de maternidad. Conseguir tener las salas de parto a menos de 20°C no es fácil, especialmente cuando la zona de descanso del lechón está excesivamente caliente.
Los lechones necesitan 34°C durante los primeros días post-parto, pero al final de la primera semana de vida la temperatura de la placa o nido no debería ser superior a 28°C, y al final de la segunda semana no debería superar los 25°C. Cuando la temperatura del nido o placas se maneja adecuadamente se consiguen dos cosas: una mejor producción de leche de la cerda y, en consecuencia, un mejor peso de los lechones al destete.
Además de lo que se ha comentado, habría que intentar ofrecerles un manejo diferencial respecto de los demás lechones. Este especial manejo es el que debe conseguir producir un mayor porcentaje de futuras reproductoras y que éstas alcancen la calidad esperada:
Se ha visto que al destete un porcentaje de lechones posee una concentración de hemoglobina inferior a la óptima para conseguir el máximo crecimiento. Esto sucede cuando se administra tan solo una sola dosis de hierro a los pocos días del nacimiento.
El administrar una segunda dosis (a los 10 días de vida) a las futuras hembras de reproductoras asegurará una correcta concentración de hemoglobina y por lo tanto, un mejor crecimiento post-destete.
Los cordones largos pueden pegarse a la rejilla provocando tirones a nivel abdominal que favorecerán posteriormente la aparición de hernias abdominales. El dejar el cordón umbilical sin desinfectar facilitará las infecciones del mismo (onfalitis), que a su vez puede favorecer la aparición de hernias al no permitir el cierre de los músculos abdominales, o incluso complicarse en forma de septicemia.
Las hernias son uno de los motivos más frecuentes de rechazo de hembras como futuras reproductoras.
Con el destete, ha llegado el momento de llevar a cabo la primera pre-selección de las primerizas. Todavía no puede ser muy estricta, pero sí que podemos ir aplicando algunos criterios para ir eliminando aquellos animales que no llegarán nunca a cumplir un mínimo.
Los criterios a seguir deberían ser los siguientes:
Sexo: Separar las hembras de los machos y/o castrados para tener un mejor control.
Crecimiento: Deberían desecharse aquellas hembras que no hayan alcanzado un mínimo de peso al destete. Todo animal que no haya superado un peso igual a la media menos 1 (desviación estándar) debería desecharse. De un modo práctico, si esperamos un peso medio al destete de 6 Kg, toda primeriza que no supere los 5 Kg al destete debería eliminarse. Como vimos en el anterior capítulo, el peso al destete marcará el desarrollo posterior, pero no solo eso, también influirá en las pérdidas.
Un porcentaje considerable de los animales destetados con bajo peso nuca llegará a los 100 kg. (ver gráfico). En la prueba expresada en el gráfico, de los lechones de menos de 3 kg. al destete, la mortalidad a día 138 (159 de vida) fue de un 33%. Un 25% murieron antes de entrar en el engorde.
Morfológico/físico (visual): Número de mamas (mínimo 14) funcionales (no ciegas por abrasión del suelo en maternidad), conformación incluyendo defectos de patas (artritis, bultos, aplomos, etc.) y cuerpo. Desechar lechonas con heridas importantes (mordeduras de cola, etc.), mal aspecto, etc.
Defectos: Hernias,” Síndrome del cerdo camello”, etc.
Apetito: Descartar aquellos animales que no coman rápidamente después del destete. Aquellas primerizas que tras 2-3 días post-destete hayan perdido condición y presenten el estómago vacío no deberían figurar entre las futuras reproductoras. Una ingesta veloz al post-destete será una garantía de éxito.
Los animales de baja ingesta en el post-destete poseen un riesgo mayor de presentar diarreas y bajo crecimiento posterior.
Esta primera selección no puede ser muy estricta, ya que todavía queda tiempo hasta que inicien su actividad reproductiva, pero es importante descartar todo lo que ya se sepa que no tendrá una mínima calidad. El porcentaje normal de animales descartados debería estar entre el 5-10%.
La reproductora tiene las mismas necesidades que cualquier otro lechón destetado, pero en su caso, hay ciertos detalles que ganan importancia ya que pueden incidir positiva o negativamente sobre su desempeño.
Cuando se producen varías líneas distintas de reproductores (bisabuelas, abuelas o F1) es conveniente que se mantengan en corrales separados. El comportamiento de todas ellas no es igual, habiendo líneas más agresivas o dominantes que otras. El colocar todas las futuras reproductoras mezcladas hará que se perjudique a aquellos animales que pertenezcan a la línea menos dominante afectando a su porcentaje de selección en negativo.
Conseguir una ingesta rápida de pienso al post-destete será una garantía de éxito. Un buen crecimiento no se consigue sin ingesta de pienso. Colocar platos adicionales a las tolvas con pienso (o incluso papilla) y platos adicionales con agua fresca favorecerá que las lechonas aprendan a comer rápidamente.
El ratio de animales por comedero debe ser generoso. En el caso de usar una tolva tradicional hay que considerar aportar, por lo menos, 4 cm/lechón. Un correcto ratio de lechón/comedero reducirá el riesgo de mordedura de colas. No llevar nunca los ratios aconsejados por el fabricante al máximo.
No hay que decir que la calidad del pienso será esencial. En la fase de post-destete todavía es pronto para pensar en tener crecimientos más lentos que aumenten la calidad de las cerdas a la cubrición. En esta fase nos debe preocupar que crezcan y que no desarrollen problemas.
Cuanto mayor sea el crecimiento mejor, pero teniendo en cuenta que frecuentemente fórmulas muy concentradas tienden a ser más arriesgadas en lo que a presentación de diarreas se refiere, por lo que quizás pueda ser sensato el uso de fórmulas más seguras.
La densidad de alojamiento debería ser ligeramente inferior a los ratios habitualmente utilizados, si las vamos a llevar a los 30 Kg no deberíamos superar los 0,35m2/lechón. Densidades elevadas se han relacionado con mayor probabilidad de lesiones: hocicos desviados, bursitis adventicias de corvejón, oto-hematomas, mordeduras de orejas y/o colas, etc.
Hay quien dice que para tener una mejor calidad en las futuras reproductoras es preferible recriaras en grupos grandes. Hay que tener cuidado con esta afirmación. Es cierto, que el grupo grande incrementa las posibilidades de hacer ejercicio, pero precisamente por ello, y puesto que habitualmente se recrían en suelos de rejilla, también se aumentan las lesiones en pezuñas (roturas o arrancamientos).
La única ventaja de un grupo grande es que al final de la fase, el grupo se presentará ligeramente más homogéneo (en lo que a pesos se refiere), pero también es cierto que la atención individual se verá perjudicada.
Trabajar con grupos de hasta unos 30 animales /corral nos permitirá tener las ventajas de un grupo grande, pero no sus inconvenientes.
En esta fase los lechones se desarrollan a gran velocidad, y si las pezuñas no crecen adecuadamente podemos acabar generando problemas de aplomos, que afectarán negativamente el porcentaje de selección y/o el porcentaje de retención tras el primer parto. Es común usar suelos de rejilla plástica, por el confort que aportan, pero en estos casos la fase no debería prolongarse más allá de los 30 Kg.
Los suelos de plástico desgastan muy poco las pezuñas, por lo que generarán sobre-crecimientos que pueden ser muy evidentes cuando los animales permanecen demasiado tiempo alojados sobre ellos. En los casos más graves estos sobre-crecimientos serán irrecuperables, alterando aplomos y generando animales “pandos” incapaces de soportar adecuadamente el peso de una cerda adulta y su camada.
Con el fin de generar una correcta adaptación, en los casos en que la reposición se haga en la propia explotación es interesante recriarla en salas donde cohabiten con el resto de los animales comerciales. Esto, las expondrá a los patógenos habituales de la explotación, facilitando el desarrollo de una inmunidad completa que será posteriormente esencial para conseguir un correcto funcionamiento como reproductora.
Pero, si bien queremos que desarrollen una completa inmunidad, no queremos que enfermen, por lo que todas aquellas prácticas que reduzcan el riesgo de infección serán bienvenidas. Quizás lo más importante será usar siempre una aguja por cerdo, y en ningún caso inyectarlas con las mismas agujas que se han usado para inyectar otros cerdos enfermos. Las agujas pueden ser un vehículo de enfermedades causadas tanto por virus como por bacterias.
Texto e imágenes cedidas por el autor.
Si llegados a la hora de realizar la pre-selección a los 25-30kg aún no se han separado por sexos los animales, conviene hacerlo ahora ya que las necesidades de los animales machos (enteros o castrados) y de las hembras difieren. De esta manera las raciones se pueden ajustar para cubrir las diferentes necesidades de proteína y aminoácidos esenciales de machos y hembras. Puede resultar de beneficio pedir consejo a la empresa genética en lo que se refiere a las necesidades nutricionales de las futuras reproductoras. Tras años de selección enfocando la presión de selección sobre diferentes parámetros de producción, las líneas de las distintas empresas de genética han divergido por lo que las F1 necesitan trato especializado.
Además de separar por sexos, es aconsejable también separar las cerditas de reposición de los animales comerciales. Aparte de los diferentes requerimientos nutricionales, comparando hembras de líneas maternas y comerciales suele observarse que las líneas maternas, seleccionadas para ser menos agresivas también son más sumisas. Es común dejar la cola de las futuras reproductoras un poquito más larga para ayudar a evitar infecciones urinarias en el futuro, pero esto las puede hacer diana de comportamientos indeseados, siendo más susceptibles a ser víctimas de mordeduras de colas. Nos interesa criar hembras que sean fáciles de manejar en maternidad, con buenas habilidades maternas y que no sean agresivas hacia sus lechones, pero estas cualidades no son deseables si hay que competir en un corral con animales de diferentes sexos y diferentes líneas genéticas.
En un estudio realizado en Teagasc (Irlanda) se comprobó que cerdos alojados en grupos con mayor variación de peso presentaban menos lesiones en la piel que aquellos que se habían igualado. Aunque esta variación no es buena cuando se pretende maximizar la eficiencia del uso de plazas de engorde y provecho nutricional, se plantea la hipótesis que la diferencia de pesos resulta en menos peleas para establecer la jerarquía ya que es más claro qué animal saldría victorioso de una pelea (Conte et al, 2010). Con esto en mente, sería más conveniente agrupar animales por raza y sexo y no preocuparse tanto de igualar los pesos en el corral
En el momento de separar por sexos y líneas genéticas, se debe hacer una primera pre-selección para no gastar esfuerzos y dinero extra en animales que nunca llegarán a ser reproductoras. Se debe revisar el número de mamas (repasar algo que ya se debe haber hecho en procesado y asegurarse de que no se ha dañado ningún pezón en este tiempo), desechar cualquier animal con hernia, delgados, vulva infantil o aspecto general pobre y evaluar cojeras y aplomos. Se debe también repasar los tatuajes y crotales de las líneas abuelas para eliminar cerditas que no puedan ser identificadas de forma certera, ya que se depende del historial de la madre y abuela para evaluar a la cerda joven por programas de selección BLUP. Se puede además hacer una selección propia en granja identificando aquellas cerditas que vengan de camadas más grandes y con una proporción mayor de hembras que machos en la camada. Las hembras que proceden de camadas con un mayor ratio de machos son expuestas a mayores niveles de testosterona in útero y aunque no se ha demostrado que esto tenga efecto sobre nacidos totales, sí parece retrasar la edad a la que alcanzan la pubertad (algo que también ocurre en ratones).
El alojamiento en esta fase tendrá un importante impacto sobre el futuro rendimiento productivo de las hembras. Hembras expuestas a niveles altos de amonio durante su desarrollo alcanzaron la pubertad más tarde y tuvieron fetos con menor peso que aquellas expuestas a niveles más bajos, siendo el efecto más marcado cuando se exponían a los niveles altos a las 10 semanas de vida que a las 18 semanas (Levis, 2000). El estrés térmico por altas temperaturas también tendrá un impacto negativo sobre la vida productiva de la futura reproductora por lo que podemos concluir que un adecuado mantenimiento de los sistemas de control ambiental adquiere incluso más importancia si cabe para las cerdas jóvenes que para animales destinados al sacrificio.
La adición de un secuestrante de micotoxinas al pienso durante esta fase puede ser beneficioso para el desarrollo de los tejidos uterinos. El tejido muscular, epitelial y conectivo del que se forma el útero de la cerda neonatal aparece como capas finas de músculo muy desorganizado. Entre las semanas 12 y 14 el epitelio prolifera rápidamente y desarrolla glándulas especializadas que serán las encargadas de mantener la preñez cuando las cerditas alcancen la pubertad y sean cubiertas (Flowers, 2005). Bartol et al. (1993) administraron dosis bajas de estrógenos después del destete y observaron que, aunque la tasa de ovulación no se vio afectada, si disminuyeron el número de fetos viables y se redujo la supervivencia embrionaria. Estos niveles bajos de estrógenos podrían ser comparables al consumo de niveles bajos de zearalenona en pienso.
Es extremadamente importante manejar estos animales con calma en todo momento. Conviene empezar desde jóvenes a acostumbrarlas al contacto humano para tener cerdas más dóciles en la granja. Aunque quizás no haya que dedicar tiempo expresamente a humanizar a las cerdas jóvenes hasta después de la selección definitiva, conviene empezar desde ya a evitar la asociación del contacto humano con una reacción de miedo. Para ello puede ser interesante tener, especialmente en corrales con alimentación automática, alfombrillas de goma sobre los que se puede echar un puñado de pienso cada vez que se pase por delante del corral (en corrales con alimentación ad-libitum se puede usar pienso starter con cualidades organolépticas más apetecibles para dar un refuerzo positivo a la presencia humana) y de vez en cuando arrodillarse o ponerse de cuclillas dentro de corral para permitir que los lechones nos olisqueen e investiguen.
La futura reproductora debe ser tratada como tal en todas las fases de su crecimiento. Su capacidad reproductiva y la probabilidad de que alcance el tercer parto se verán influenciado por el manejo, crecimiento y trato que damos desde su nacimiento así que en la medida de lo posible es conveniente de diferenciarla de los animales comerciales.
Texto e imágenes cedidas por el autor.
Conte, Sabine & Boyle, Laura & Lawlor, Peadar & O’Connell, Niamh. (2010). Influence of within pen gender composition and weight variation on the welfare and growth performance of finishing pigs. Advances in Animal Biosciences. 1. 184 – 184.
Levis D.G, Housing and management aspects influencing gilt development and longevity: A review (2000) Allen D. Leman Swine Conference
Bartol, F.F., A.A. Wiley, T.E. Spencer, J.L. Vallet, and R.K. Christenson. 1993. Early uterine development in pigs. J. Reprod. Fert. Suppl. 48:99 – 116.
Flowers W.L, New ideas about gilt development and management (2005) Proceedings of the 2005 Manitoba Swine Seminar
El manejo diario de la cerda de reposición entre los 30 y los 100 kg será similar al de un animal comercial si hemos seguido las pautas descritas en la pre-selección a los 30 kg, pero hay que tener en cuenta el valor creciente de estos animales y asegurarnos de proporcionar un ambiente y confort adecuado a sus necesidades. La mayor diferencia es que en las cerdas de reposición se suele frenar en cierta medida el crecimiento para evitar problemas de cojeras que puedan afectar a la longevidad de la cerda reproductora más adelante. La mayor causa de cojeras en cerdas en crecimiento son los problemas en el cartílago de las articulaciones u osteocondrosis. La nutrición, genotipo, estrés mecánico o tasa de crecimiento son factores que parece pueden tener influencia sobre la aparición de osteocondrosis. Hay varios estudios que parecen demostrar que el factor determinante no es tanto la ganancia media diaria (GMD), sino que el pienso debe aportar nutrientes esenciales para soportar el adecuado desarrollo de los huesos y las articulaciones.
En un estudio observacional, Fabá et al. no encontraron mayor riesgo de cojeras en relación a la GMD entre 29-111 kg y 50-111 kg. Las cojeras se desarrollaban más comúnmente a partir de 114 kg y los animales que presentaban cojera tenían una menor tasa de crecimiento entre 30 y 130 kg comparado con cerdas que no desarrollaban cojeras. Los problemas de osteocondrosis suelen ocurrir a las 10-12 semanas de edad, pero es probable que las cerdas que presenten sintomatología clínica más tarde sean las que tienen lesiones muy severas o lesiones que no se han curado (varios estudios han encontrado que entre el 40 y el 70% de lesiones se curan sin producir cojeras clínicas). No hubo correlación positiva entre incidencia de cojeras y tasa de crecimiento cuando se utilizaron dietas de recría formuladas para favorecer el correcto desarrollo de huesos y articulaciones (con suplemento de minerales inorgánicos y metionina).
Fabà et al. y Quinn et al. compararon el efecto de varias estrategias nutricionales sobre la aparición de cojeras y la longevidad de la cerda reproductora. La alimentación restringida con una dieta de recría (14MJ ED/kg) con suplemento de zinc, cobre y manganeso entre los 70 y 130 kg resultó en menos cojeras que cerdas alimentadas con pienso finalizador ad libitum (13,5MJ ED /kg) hasta los 100kg y pienso de gestación (13MJ ED /kg) restringido hasta los 130kg. As su vez, estas tuvieron menor incidencia de cojeras que las cerdas proporcionadas pienso finalizador ad-libitum desde los 70 hasta los 130kg. Cuando esta misma dieta de recría se ofreció de manera ad-libitum, se vieron también menos cojeras que cuando se utilizaban dietas de cebo, pero esto se debía a menor incidencia de anormalidades de pezuñas y no existía diferencia en lesiones del cartílago de la articulación, posiblemente porque la tasa de crecimiento entre los dos tratamientos fue similar.
Ha quedado de sobra demostrada la importancia de un pienso específico para recría a partir de una temprana edad y parece lógico pensar que un cerdo con crecimiento rápido cuyas articulaciones tengan que soportar mayor peso a más temprana edad tenga más riesgo de padecer lesiones en la articulación.
El tipo de suelo también tiene un importante impacto sobre la aparición o no de cojeras y la consiguiente disponibilidad de cerdas jóvenes para cubrir. Los suelos de rejilla son un factor de riesgo en cuanto a aparición de cojeras en cerdas ya que no permiten una distribución equilibrada del peso, resultando en mayor incidencia de pezuñas largas, desiguales y-o deformadas. Tradicionalmente se pensaba que era mejor criar las cerditas de reposición en suelo blando para permitir un correcto desarrollo de la pezuña, pero esto conlleva problemas de adaptación a rejilla al entrar en producción. Con la introducción de cambios en legislación de bienestar en 2013 se prohibieron los slats de hueco mayor a 18mm y anchura mínima de vigueta de 80mm, lo que permite que haya un mayor porcentaje del pie en contacto con el suelo.
La dureza de los suelos de cemento incrementa el impacto sobre las articulaciones cuando el animal está tumbado. Una buena solución es el uso de alfombrillas de goma que aumentan el confort de las cerdas a la vez que proporcionan una superficie más blanda que permite mejorar la distribución de pesos en las articulaciones y la distribución de las presiones sobre la pezuña al apoyar (teniendo cuidado que no se vuelvan resbaladizos por falta de higiene). También puede proporcionar mejor agarre y mejorar la circulación sanguínea en el pie. Los slats en mal estado o que con peor higiene son un considerable factor de riesgo.
Fig. 1. Rejilla ancha y/o en malas condiciones
Fig. 2. Pezuña con crecimiento anormal. Puede ser debido a un apoyo incorrecto haciendo que no se desgaste de manera uniforme.
Fig. 3. Pezuñas correctas; buenos aplomos.
Los metros cuadrados que se proporcionan por cerda pueden tener un efecto sobre el crecimiento y el desarrollo. Young et al. (2008) usaron 1.257 cerdas de reposición para estudiar el efecto de la densidad sobre la producción a lo largo de 3 ciclos. Las cerdas que se criaron con 1,13 m2 por animal alcanzaron antes la pubertad y tuvieron más lechones entre el primer y tercer parto, además de sufrir menos grietas en las pezuñas comparadas con cerdas criadas en 0.77 m2 por animal. Los dos grupos tuvieron similar ADG, grasa dorsal y tasa de eliminación. Investigadores suecos encontraron que, aunque los niveles de osteocondrosis eran mayores en cerdos orgánicos con acceso a pasto que en cerdos criados en intensivo, los cerdos orgánicos mostraban menor incidencia de cojeras clínicas.
Se plantea la hipótesis que los cerdos orgánicos desarrollan mejor la musculatura de la articulación al poder ejercitar las patas y también se benefician del efecto analgésico que proporciona el ejercicio (descrito en humanos) (Etterlin et al., 2015). Sin embargo, cuando a los cerdos se le da acceso al pasto después de aparecer la cojera, esto no mejora la resolución de la lesión (Nakano et al., 1981). Todo ello parece indicar (como parece lógico) que cerdos que puedan hacer algo de ejercicio, desarrollarán articulaciones más fuertes y resistentes.
Conviene en esta fase también comenzar con las inoculaciones pertinentes según el estado sanitario de la granja de origen y de destino. Antes era común recibir animales a 95-115 kg de peso para pasar una corta aclimatación en la granja de destino y en seguida ser cubiertas. Con un mejor entendimiento de la dinámica de enfermedades y mayor concienciación de bioseguridad, ahora las granjas que reciben reposición de origen externo suelen pedir una variedad de pesos para así realizar menos entradas, reduciendo el riesgo en bioseguridad y dando mayor tiempo de adaptación sanitaria en cuarentena (ej. 100 días para PRRS).
En granjas en las que exista manifestación clínica de Mal Rojo es conveniente administrar la primera dosis de vacuna a los 30 kg para evitar posibles problemas de cojeras. Cerdas de granjas de estado sanitario muy alto pueden necesitar vacunación contra Haemophilus parasuis para evitar muertes súbitas al entrar en un hato de sanidad más “convencional”. Tratamientos antibióticos rutinarios no son necesarios pero el uso puntual de una tetraciclina o tilosina via agua o pienso ayudan a prevenir rigidez en las articulaciones a causa de artiritis por micoplasma (M. hyosynoviae, M. hyorrhinis).
Texto e imágenes cedidas por el autor.
Referencias
Etterlin, P.E., Morrison, D. A., Osterberg, J., Ytrehus, B., Heldmer, E., Ekman, S. (2015) Osteochondrosis, but not lameness, is more frequent among free‑range pigs than confined herd‑mates
Vet Scand 57:63 DOI 10.1186/s13028-015-0154-7
Lluís Fabà (2017) Growth rate and lameness in replacement gilts. Does a high growth rate really increase the risk of osteochondrosis and lameness? https://www.pig333.com/articles/growth-rate-and-lameness-in-replacement-gilts_13142/
Lluís Fabà, Josep Gasa, Mike D Tokach, Evelia Varella, David Solà-Oriol (2018); Effects of supplementing organic microminerals and methionine during the rearing phase of replacement gilts on lameness, growth, and body composition, Journal of Animal Science, , sky195, https://doi.org/10.1093/jas/sky195
Nakano, T., Aherne, F. X. and Thompson, J. R. 1981. Effect of housing system on the recovery of boars from leg weakness. Can. J. Anim. Sci. 6l: 335-342 http://www.nrcresearchpress.com/doi/pdf/10.4141/cjas81-041
Quinn, A. J., Calderón Díaz, J. A., Boyle, L. A., Lameness in Pigs, Moorepark Research Dissemination Day, July 2013
Quinn, A. J., Green, L. E., Lawlor, P. G., & Boyle, L. A., 2015. The effect of feeding a diet formulated for developing gilts between 70kg and 140kg on lameness indicators and carcass traits. Livestock Science, 174, 87-95.
Young M.G., Tokach M.D., Aherne F.X., Dritz S.S., Goodband R.D., Nelssen J.L., Loughin T.M. (2008): Effect of space allowance during rearing and selection criteria on performance of gilts over three parities in a commercial swine production system, Journal of Animal Science, 86, 3181–3193. https://doi.org/10.2527/jas.2007-0600
Cuando la recría alcanza los 90-110 Kg. ha llegado el momento de seleccionar aquellas primerizas que permanecerán en la explotación como reposición o que serán transferidas a otras explotaciones como futuras reproductoras. La selección que vayamos a realizar en estos momentos irá encaminada a eliminar aquellos animales que no puedan llegar a alcanzar su máximo potencial genético, bien por que posean defectos morfológicos, o bien porque su crecimiento ha sido muy inferior al esperado. Pero para poder llevar a cabo una correcta selección hay tres cosas que serán esenciales.
En primer lugar, deberían desecharse aquellas cerdas que no hayan conseguido un mínimo crecimiento. Hay trabajos que demuestran que hay una correlación positiva entre el crecimiento (nacimiento-cubrición) y el tamaño de camada al primer parto. Evidentemente, el poner un dato concreto mínimo dependerá del tipo genético, pero también de las condiciones de alojamiento y alimentación. Como regla general se deberían eliminar aquellos animales que no alcanzan el crecimiento medio menos una desviación típica.
Superado el primer filtro, aquellas cerdas que se seleccionen no deberían presentar defectos morfológicos. Pero ¿cuáles son estos defectos?
Las cerdas seleccionadas deberían tener todas ellas un perfil morfológico similar. Por ejemplo, si estamos seleccionando cerdas hiperprolíficas no será aconsejable elegir cerdas cortas o extremadamente musculadas, pues estas características pueden limitar la capacidad productiva de las mismas. En el primer caso por falta de espacio en abdomen y en el segundo, por el riesgo de incremento de problemas durante el parto.
Cuando buscamos la alta prolificidad, las cerdas deben ser capaces de poder alimentar a su descendencia y para ello, deben poseer un número de mamas que lo permita. Hace unos años, se seleccionaban primerizas con al menos 12 mamas funcionales, hoy se buscan las 14 o 16 mamas como mínimo. Los pezones invertidos, mamas ciegas u otros defectos impiden que un lechón pueda alimentarse de esa mama por lo que no se consideran mamas funcionales.
Aquellas primerizas que presenten evidencias de haber sufrido mordedura o necrosis de cola u orejas deberían desecharse. No es sólo un problema estético como muchas veces se ha dicho. Sabemos que un porcentaje importante de los animales que sufren las necrosis o mordeduras de cola y orejas pueden desarrollar infecciones ascendentes que produzcan abscesos en distintos órganos (pulmón, hígado etc.). Basta con visitar un matadero e inspeccionar una partida de cerdos que haya padecido un brote de mordedura de colas para comprobarlo. Dependiendo de la localización de los abscesos la vida de la futura reproductora podría estar en riesgo o su longevidad limitada a la vez que su potencial productivo podría verse reducido.
Los bultos en las extremidades, especialmente las posteriores y casi siempre a nivel de corvejón deben ser un motivo de desecho cuando son muy evidentes o limitan el movimiento. Este tipo de bultos se corresponden con bursitis, la más común es la bursitis adventicia del corvejón. Estas bursitis no están relacionadas con infecciones, sino que su origen es debido a la fricción continuada con suelos duros, generalmente cuando la futura reposición se recría en suelos de rejilla al 100 %, en grupos pequeños y alta densidad que limitan su posibilidad de movimientos.
Cuanto más tiempo pasen los animales tumbados más riesgo de desarrollar este tipo de lesión. Densidades inferiores o grupos grandes en principio reducen el desarrollo de bursitis. Será la dimensión de la bursitis la que decidirá si la primeriza debe desecharse. Cuando son muy grandes pueden acabar desarrollando úlceras que generarán dolor, limitando la producción o incluso aumentando la probabilidad de eliminación.
Foto 1: Bursitis
Foto 2: Úlceras donde antes había bursitis
Pezuñas arrancadas, pezuñas con fracturas verticales u horizontales deberían ser motivo de eliminación. Las lesiones en pezuñas acaban en cojeras en la mayoría de los casos. Pezuñas de la misma extremidad con dimensiones distintas, están evidenciando un problema de aplomos que puede acabar en cojera cuando la cerda gane peso consecuencia de su desarrollo corporal y de su gestación. Teniendo en cuenta que en todas las granjas las cerdas se van a alojar en grupos durante la gestación avanzada las pezuñas deben estar en perfecto estado para evitar perder cerdas durante la gestación, pues estas pérdidas son a menudo la causa de una tasa de partos reducida.
Foto 3: Fractura vertical pezuña
Foto 4: Sobrecrecimiento pezuña
Unos correctos aplomos aseguran que la cerda conforme crezca y gane peso sea capaz de soportarlo sin problemas y mantener su agilidad para levantarse durante la fase de lactación o para huir en caso de ser agredida. Cerdas con aplomos demasiado verticales o demasiado asentados en los cuartos traseros o delanteros no deberían ser seleccionadas. De igual manera aquellas cerdas con desviaciones en la verticalidad bien interior (aplomos en “X”) o exterior tampoco deberían seleccionarse.
No deberían seleccionarse hembras con hernias, lomo hundido (cifosis) también conocido como “lomo de gato”, artritis, vulvas infantiles (poco desarrolladas), hermafrodismo, vulvas comunicas con recto, etc. Pero tampoco aquellas con signos clínicos evidentes de enfermedad como: lesiones cutáneas de mal rojo, tos crónica, etc. Infecciones por Erysipelas pueden dejar lesiones en válvulas cardíacas (endocarditis vegetativa) que podrían comprometer la vida futura de la reproductora, al igual que procesos neumónicos que cursan con pleuropneumonía como sería el caso de una infección por Actinobacillus pluropneumoniae o por Pasterurella multocida.
Texto e imágenes cedidas por el autor.
Foto 5: “Lomo de gato” o cifosis
Ya criadas y hecha la selección final de las hembras que servirán de reposición en la granja, abordamos el manejo hasta el punto de cubrición.
Las genéticas modernas suelen alcanzar la pubertad a edades tempranas por lo que no es difícil seguir la máxima de no cubrir en el primer celo. Sin embargo, aún conviene guardar un registro de los celos para asegurar que las jóvenes están madurando con normalidad. Este registro también permite tener un control más exacto sobre la planificación de la reposición si no se utilizan hormonas exógenas para sincronizar los celos.
La edad a la que se comienza la estimulación con el verraco ha sido el foco de numerosos estudios y publicaciones a lo largo de los años. Una estimulación temprana consigue adelantar la pubertad en cerdas de crecimiento más rápido (>726g/d) pero esta pubertad no se correlaciona con mejores índices productivos en el primer parto (Magnabosco et al., 2014). Sin embargo, la respuesta a la estimulación con verraco sí sirve para identificar a cerdas más productivas, por lo que si se realiza de manera temprana, cualquier cerda acíclica se puede enviar a matadero sin sufrir penalizaciones por exceso de peso.
Cerdas que no hayan ciclado tras 30 días de exposición al macho deben considerarse como sub-fértiles y, si hay suficientes jóvenes de reposición para completar el objetivo de cubriciones, no se utilizarán como reproductoras. Cerdas que muestran con más claridad las señales y comportamiento de estro (calidad y duración del reflejo de inmovilidad y vulva más marcada) tienen más posibilidades de parir y de mostrar un buen comportamiento de celo tras el destete (Patterson & Foxcroft, 2018). Siempre que se disponga de suficientes cerditas de reposición seleccionadas, conviene hacer un sacrificio voluntario del 5-10% de hembras (nulíparas que tarden más en salir en celo, que muestren el celo con menos claridad, que alcancen la pubertad más tarde o requieran de hormonas exógenas para inducir).
Se consigue una mejor estimulación con contacto directo con el macho que a través de una valla, y es más efectivo llevar las nulíparas al recela que viceversa. La utilización de un macho vasectomizado tiene la ventaja de proporcionar contacto directo sin necesidad de estar continuamente monitorizándolo y evita el peligro de que alguna nulípara quede cubierta de forma no intencionada. Además se consigue la primera cubrición con semen muerto que, según algunos estudios, mejora los resultados de fecundidad.
La experiencia sugiere que granjas que utilizan machos vasectomizados sufren con menos frecuencia problemas de temblores en lechones. Ahora que se conoce que son causados por un virus (Atypical Porcine Pestivirus) la hipótesis es que se exponía a las jóvenes al virus por semen antes de la primera inseminación por lo que podían desarrollar anticuerpos para transferir a los lechones por el calostro. Esto podría ser también el caso para otros virus que puedan transmitirse por el semen.
Estimulación con verraco a través de una valla
Si hay escasez de nulíparas para completar los objetivos de cubriciones de cada lote y quedan cerditas que no han salido en celo en el tiempo determinado, se pueden utilizar productos hormonales para inducir el celo. Los productos a base de hormona coriónica y sérica o GNRH se pueden utilizar solos o combinarlos con prostaglandinas 48-72h antes para asegurar la luteolisis y así intentar evitar la formación de quistes ováricos. Estas prácticas sólo deberían utilizarse como último recurso y no como rutina o para contrarrestar un mal manejo de la nulíparas.
Cabe tener en cuenta que cerdas que se cubren después de un tratamiento hormonal para estimular el celo suelen tener menor tasa de partos tras la primera cubrición y una menor proporción de cerdas tratadas alcanzan el cuarto parto (aunque parece no existir diferencia entre el total de lechones producidos a lo largo de los 4 partos entre nulíparas que ciclan de forma natural y las que requieren tratamiento hormonal) (Patterson et al., 2016).
La edad y peso idóneos a primera cubrición son aspectos de debate continuo. Conviene conocer al detalle las recomendaciones y experiencias de la casa genética ya que estas varían de manera significativa según las características de cada línea. A lo largo de los años las recomendaciones generales han variado mucho pero parece existir ahora un consenso en Europa marcando en 220-260 días el objetivo para la primera inseminación. Los diferentes estudios sí parecen coincidir en que lo realmente influyente es el peso y GMD a la primera cubrición y, con tal de que la hembra ya haya ciclado por lo menos una vez, la edad es menos importante. Sin embargo, es mucho más fácil y mucho más común en granja que exista un registro de edad y no que se pesen los animales regularmente.
Sí conviene tener una idea clara de qué peso alcanzan a ciertas edades nuestras jóvenes en diferentes periodos del año para ajustar la alimentación buscando el crecimiento más o menos rápido para alcanzar el objetivo de edad/peso. Hembras que no hayan conseguido un crecimiento mínimo diario desde nacimiento a selección de 500-550g a los 140-160d no deben pasar a la siguiente fase de selección. Faccin et al. (2017) establecieron como límite inferior para primera cubrición 550g/d GMD, 180d y 130kg de peso. Sin embargo, cerdas cubiertas con más de 210d tuvieron mayor tasa de retención a tercer parto y cerdas con GMD por encima de 700g/d tuvieron mejores camadas en primer parto (lo que no se tradujo en más lechones a lo largo de los tres primeros partos). Si la GMD pasaba de 770g/d aumentó el número de nacidos totales pero hubo más mortinatos.
Si bien el peso a primera cubrición sí afecta el número de lechones nacidos, no parece tener tanta influencia sobre la tasa de partos. Hay que tener en cuenta que experiencias con otras líneas genéticas demostraron que cerdas cubiertas con menos de 130 kg sí tuvieron camadas más pequeñas y menor tasa de retención a tercer parto, lo que remarca que es imprescindible adaptar la edad de la primera cubrición a los datos productivos y registros de cada granja. Análisis de datos del sur de Europa establecen un límite superior para la primera cubrición de 278 días. Estas cerdas más mayores tuvieron más nacidos vivos en primer parto pero peor producción a lo largo de su vida comparado con cerdas inseminadas antes de 229 días (Iida et al., 2015).
En los últimos 10 años se ha vuelto muy común el uso de hormonas para sincronizar el celo y así asegurar la introducción regular y controlada de jóvenes de reposición; este control es incluso más esencial en sistemas de manejo de lotes a 3 o 5 semanas. La administración de altrenogest durante 18d seguidos permite un manejo más ajustado de la reposición y además se logra incrementar la tasa de partos y tamaño de camada (Martinat-Botté et al., 1990). Hay multitud de maneras efectivas de administrar la dosis para adaptarse al manejo de cada explotación y el periodo de tratamiento se debe también ajustar a las necesidades de cada granja, pudiendo variar en distintas épocas del año.
Según queramos usar una intervención más o menos agresiva se puede combinar con otras hormonas exógenas para estimular la salida en celo en el momento deseado, o incluso realizar una sola inseminación a tiempo fijo. La incorporación más controlada de cerditas de reposición a la población permite más libertad al elegir qué cerdas enviar a desvieje y por tanto se mantiene un óptimo perfil de edad de cerdas productivas a la vez que se mantienen llenas las plazas de maternidad, aumentando en verano la disponibilidad de jóvenes para contrarrestar la caída de fertilidad en los meses más calurosos.
El “flushing” es la práctica de suplementar la alimentación durante 12-14 días antes de la primera inseminación para conseguir un pico de insulina sérica, lo que conlleva un aumento de la tasa de ovulación. El “flushing” se consigue aumentando el volumen de pienso (entre 50 y 100% extra), cambiar a un pienso de lactación o un pienso específico de pre-cubrición o suplementar la ración con aditivos ricos en dextrosa.
Administración altrenogest en boca
Antes de llegar a la primera cubrición es necesario haber completado la aclimatación de las cerditas a la granja destino; tanto aclimatación sanitaria, como la aclimatación al alojamiento. Si las cerdas tienen que cambiar de sistema alimentario es esencial que estén entrenadas y se manejen con soltura en el nuevo sistema antes de la primera cubrición, para evitar situaciones estresantes de ayuno durante la gestación. Si se cambia el tipo de bebedero también necesitan tiempo para aprender, especialmente si se cambia de cazoleta o superficie de agua a chupete. La adaptación a la jaula y a los nuevos «vecinos» debe hacerse con suficiente tiempo antes de la primera cubrición, permitiendo normalmente al menos dos semanas antes de comenzar a detectar celos.
Es mejor que las jóvenes se alojen al lado de otras cerdas jóvenes para evitar que sean intimidadas por cerdas grandes más dominantes. Si las cerdas se van a cubrir en grupos o en sistemas ´catch and release´ es conveniente que estén ya asentadas en un grupo estable antes de comenzar la sobrealimentación o “flushing”. Es aconsejable mantener estos grupos intactos hasta el final de la gestación y alojar siempre que sea posible a las jóvenes con otras cerdas de su misma edad, evitando mezclar con cerdas más grandes y de más partos.
Texto e imágenes cedidas por el autor.
Cerda joven alojada en jaula al lado de una cerda de más partos
Referencias
Buxadé Carbó (2007). Cerda Reproductora: Claves de su Optimización Productiva. Ed. Mundi-Prensa
J.E.G. Faccin, F. Laskoski, P.E. Lesskiu, et al. (2017). Reproductive Performance, Retention Rate, and Age at the Third Parity According to Growth Rate and Age at First Mating in the Gilts with a Modern Genotype. Acta Scientiae Veterinariae. 45: 1452
R. Iida, C. Piñeiro, and Y. Koketsu (2015). High lifetime and reproductive performance of sows on southern European Union commercial farms can be predicted by high numbers of pigs born alive in parity one. J. Anim. Sci. 2015.93:2501–2508 https://doi.org/10.2527/jas.2014-8781
Patterson & Foxcroft (2018). Troubleshooting Reproductive Issues, London Swine Conference Proceedings 2018
J. Patterson, E. Triemert, B. Gustafson, T. Werner, N. Holden, J. C. Pinilla, G. Foxcroft (2016). Validation of the use of exogenous gonadotropins (PG600) to increase the efficiency of gilt development programs without affecting lifetime productivity in the breeding herd. Journal of Animal Science, Volume 94, Issue 2, Pages 805–815 https://doi.org/10.2527/jas.2015-9705
D. Magnabosco, E.C.P. Cunha, M.L. Bernardi, I. Wentz, F.P. Bortolozzo (2014). Effects of age and growth rate at onset of boar exposure on oestrus manifestation and first farrowing performance of Landrace×large white gilts. Livestock Science,Volume 169,Pages 180-184,ISSN 1871-1413 https://doi.org/10.1016/j.livsci.2014.09.013
Martinat-Botté F., Bariteau F., Forgerit Y., Macar C., Terqui M. and Signoret J.P. (1990), Control
of estrus in gilts: II. Synchronization of Oestrus with Progestagen, Altrenogest (Regumate):
Effect on Fertility and Litter Size. Animal Reproduction Science 22, 227-233
Una de las decisiones más importantes que se toman en la granja de cerdos es sobre el origen de la reposición. Las dos opciones posibles, comprar del exterior o criar reposición propia en granja, tienen ventajas y desventajas.
Si se decide entrar primerizas del exterior, es preferible minimizar el número de entradas trayendo animales con un rango de pesos y edades. Es importante calcular bien el número de animales necesarios para mantener un ritmo constante de entradas, incrementando quizás un poquito en verano u otoño para contrarrestar la infertilidad estacional. Si realizamos una entrada masiva de jóvenes para “apañar” un problema reproductivo, se corre un gran riesgo de desestabilizar el estado sanitario de la granja.
Hay dos fases de manejo que muy a menudo se fusionan cuando se entran primerizas del exterior: cuarentena y aclimatación.
La aclimatación es la adaptación sanitaria a los gérmenes específicos de la nueva explotación, tanto aquellos patógenos de los que se conoce la existencia como los que no buscamos o no sabemos/podemos buscar. Se pretende exponer a los cerdos a estos gérmenes y darles tiempo a recuperarse, desarrollar unas buenas defensas, dejar de diseminar patógenos y evitar que enfermen cuando entren a la explotación.
Alojar cerdas de desvieje en el mismo entorno es una opción muy popular pero las cerdas de desvieje son, por definición, las más viejas de la granja por lo que normalmente han desarrollado una fuerte inmunidad a los patógenos existentes y a menudo ya no son infecciosas. Por ello, en granjas de estado sanitario estable, puede ser bastante difícil infectar a las cerditas de esta manera. Si se pretende usar animales vivos para completar la aclimatación, si conocemos la dinámica de infección en la granja y el momento de seroconversión, podemos usar animales que sepamos tengan más probabilidades de estar aún diseminando el patógeno en cuestión. Claro está que esta opción no es posible en explotaciones sólo Sitio I.
También se suele utilizar material orgánico de la granja, una práctica conocida como “feedback”. Esto conlleva exponer las cerditas a heces frescas de cerdas y lechones. Se puede mezclar todo en una carretilla con serrín o papel para aumentar el volumen de material. Si se hace una “sopa” mezclando también con agua es importante que el agua no esté clorada. Cuando no había vacunas efectivas contra ciertas patologías se solía utilizar placenta, mortinatos y momificados pero esta práctica está desaconsejada actualmente ya que se pueden dar concentraciones muy altas de virus o provocar infecciones bacterianas como por ejemplo leptospirosis, que pueden tener efectos duraderos sobre la capacidad reproductiva. Otro método de “feedback” son las cuerdas de algodón con los que se recogen fluidos orales de la población general y luego se pueden usar en los corrales de la adaptación.
El método más seguro de infección controlada es el uso de vacunas. Con un buen manejo del transporte, almacenamiento y administración de vacunas tendremos la certeza de que cada animal ha recibido la dosis infectiva correcta, sabemos exactamente el día en el que se ha expuesto y podemos estar tranquilos que no hay otros contaminantes no deseados. Se pueden usar vacunas muertas y/o vivas, pero hay que tener en cuenta que muchas vacunas no evitan la colonización y transmisión del patógeno, sólo aminoran la expresión de signos clínicos. Por ello es importante que se permita un tiempo de aclimatación suficiente para que la cerda pueda desarrollar una respuesta inmune mientras permanezcan aisladas de la población general de la explotación.
El aislamiento durante la fase de adaptación sanitaria no tiene que ser tan estricto como la cuarentena y hasta puede haber ventajas si se maneja como un flujo continuo. Una nave o parque exterior en un extremo de la explotación puede servir. El tiempo que deben pasar los animales en aclimatación dependerá del estado sanitario de los cerdos al llegar y el de la granja receptora, pero se debe permitir un mínimo de 6 semanas llegando hasta 12-14 si se dispone del alojamiento suficiente. Es necesario permitir un tiempo de “calentamiento” en el que se pretende infectar a los animales, y un tiempo de “enfriamiento” en el que se permite a las cerditas desarrollar una respuesta inmune y recuperarse de la infección. Esto conlleva introducir lechones aún en crecimiento por lo que hay que considerar la posibilidad de sufrir alguna baja o desechar alguna cerdita entre la recepción de los animales y la primera cubrición.
Si no se dispone de alojamiento, se puede combinar la cuarentena y la aclimatación en el mismo sitio, pero es importante respetar los tiempos y las normas de aislamiento de cada fase. Si se vacunan cerdas nada más llegar a la cuarentena, será difícil observar comportamientos anormales que puedan ser indicativos de infección.
Texto e imágenes cedidas por el autor.
Las ventajas y desventajas de la autorreposición y la entrada de primerizas del exterior se han discutido en más detalle en el artículo anterior. Si sólo se considera el estado sanitario, la cría de autorreposición es la opción más segura. Con ello se consiguen animales que han estado expuestos de manera continua al microbismo de la granja y por ello habrán desarrollado ya una inmunidad frente a los microorganismos que la componen.
A pesar de ello, ya se adquieran animales de fuera o se usen animales criados en la propia granja, será necesario que pasen por un periodo de adaptación sanitaria y profilaxis vacunal para evitar que las cerdas nulíparas sufran un proceso patológico propio (puede que haya pasado bastante tiempo desde que se encontraran en contacto con algunos patógenos presentes en la granja) y con ello contribuyan a un desequilibrio sanitario de toda la población.
Si se entran cerdas de fuera es imprescindible conocer su estado sanitario y si se trabaja con autorreposición, no sólo debemos de conocer el estado sanitario, sino también entender la dinámica de infección de los patógenos más importantes.
PRRS
Si se introducen cerdas negativas en una explotación positiva estas podrán verse infectadas por el virus y re-infectar a cerdas previamente expuestas. La aclimatación de la reposición al virus PRRS puede hacerse con virus vivo modificado (MLV) o con virus vivo de campo (LVI), pudiéndose potenciar la respuesta inmune con vacuna muerta.
La inmunidad homóloga confiere mayor protección que la heteróloga por lo que se podría concluir que es mejor infectar con el virus de campo que con una vacuna viva modificada. Sin embargo, esa infección será más difícil de conseguir, especialmente en una explotación donde el PRRS esté bien controlado, y tampoco resulta en una protección al 100%. La infección con virus salvaje resultará en una protección más robusta en los animales que se recuperen, pero también provocará mayor impacto sobre el crecimiento y salud general del grupo y puede hasta plantear una cuestión de bienestar.
Los tiempos de aclimatación y “enfriamiento” serán mayores si se utiliza LVI. Sabemos que la infección por PRRS con LVI puede persistir en tejidos hasta 157 días, pero sólo se considera contagiosos aproximadamente dos meses. Este mismo tiempo es el que se tardan en producirse anticuerpos neutralizantes por lo que se puede deducir que se requiere mantener a las cerdas en aclimatación un mínimo de 60 días post-infección, siendo más seguro permitir 90-100d. Si se realiza la infección con MLV se busca aprovechar la inmunidad celular conferida por la vacuna y no depender tanto de la humoral ya que es improbable que el virus de campo sea homólogo al virus vacunal. Por ello un periodo de cuatro semanas de enfriamiento después de vacunar, tras el que sí se producirá replicación viral, suele ser suficiente. Si se van a introducir animales naïve vacunados en una explotación positiva puede ayudar dar una dosis de recuerdo 2-4 semanas antes de moverlos. Esta vacuna se puede dar con vacuna muerta o viva.
Mycoplasma hyopneumoniae
La gravedad de enfermedad por Mycoplasma hyopnemoniae está relacionada con la prevalencia en lechones al destete y las primíparas son las principales diseminadoras del patógeno. Por ello, una buena aclimatación de nulíparas será esencial para controlar la Neumonía Enzoótica en granjas de porcino.
Lo más habitual es utilizar una vacuna muerta. La vacunación no impide la infección, pero sí puede reducir el número de organismos en el tracto respiratorio. Son muy comunes las vacunas de una sola dosis, pero es probable que se consiga una protección más completa con un curso primario de dos dosis con 2-4 semanas de separación. Aunque existen diferentes cepas de M. hyopneumoniae (y parece ser que, a más cepas distintas en una granja, más probabilidad de lesiones tipo neumonía enzoótica en matadero) es probable que exista buena protección cruzada. Es difícil conseguir infección natural introduciendo animales vivos infectados. En cerdas de granjas positivas se ha demostrado la transmisión lenta de M. hyopneumoniae, lo que implica que es probable que no todos los animales se infecten a la vez, dando lugar a subpoblaciones de cerditas susceptibles a infección o re-infección más adelante. Se ha propuesto que la circulación es distinta en granjas de dos o tres sitios, apareciendo una infección más temprana en granjas de un solo sitio y una infección más tardía (en periodo de cebo) en granjas de fases segregadas. Sin embargo, otros estudios no han podido corroborar este hecho.
Si las primíparas están excretando el patógeno cuando llegan al parto, los lechones estarán infectados. Hembras infectadas al menos 200 días antes de parir, es improbable que sigan excretando y por lo tanto infecten a los lechones por lo que es esencial, si se van a introducir animales negativos a una población positiva, que hayan sido expuestos al menos 90d antes de ser cubiertas. Ya se ha comentado que puede ser difícil infectar cerdas de reposición a de manera natural así que conviene dejar 30d para asegurar una correcta exposición.
Cabe reiterar que la vacunación con vacuna muerta no impide la infección ni la diseminación del patógeno por lo que, si introducimos animales negativos a una granja positiva, la vacunación por sí sola no es suficiente para conseguir una adecuada adaptación sanitaria.
Influenza
La dinámica de infección por Influenza A ha ido cambiando al evolucionar las prácticas productivas. Ya no es tan habitual sufrir brotes agudos de gripe, sino que se ha evolucionado a un síndrome más crónico y de propagación lenta del que la población tarda más en recuperarse e incluso llega a ser una infección enzoótica en la granja.
En una granja donde no exista circulación activa de virus, resulta muy difícil conseguir infectar a las cerdas de reposición con el virus de la gripe, más aún si se pretende utilizar el contacto con cerdas de desvieje. Si se conoce la dinámica de circulación en la granja, el uso de cuerdas en el momento indicado es una opción, pero el tiempo de excreción del virus de Influenza A suele ser corto (1-7d). La vacunación puede ser un método eficaz para conseguir la aclimatación, pero para ello es preciso conocer la cepa o cepas de influenza que existe en la granja (existen multitud de vacunas comerciales, bivalentes, trivalentes y pandémicas). Aun así, es probable que sólo se consiga evitar signos clínicos, que pudieran impactar sobre la fertilidad de las cerdas de reposición, y no la diseminación o replicación del virus heterólogo. No hay que olvidar que existe una diversidad enorme de virus Influenza A, lo que puede llevar a falta de reconocimiento inmunológico y un déficit en protección cruzada entre cepas pertenecientes a un mismo subtipo.
Parvovirus y Mal Rojo
Hay vacunas muy eficaces contra estas dos patologías, endémicas en la mayoría de las granjas en países con producción porcina comercial. La elección del momento de administrar la primera vacuna de Mal Rojo suele depender de si existen o signos clínicos durante el periodo de crecimiento y se repetirá 3-4 semanas más tarde.
La vacuna de Parvovirus se administra al menos 2 semanas antes de la primera cubrición. La inmunidad provista por MDA puede llegar a durar hasta 6 o 7 meses e interfiere con la vacunación. Cuando ocurre infección natural la cerda adquiere inmunidad que dura toda la vida por lo que es de suponer que la inmunidad adquirida por vacunación también es de larga duración.
Enfermedad de Aujeszky
Vacunar según pautas marcadas por reglamento nacional.
Desparasitación
Es recomendable utilizar dos dosis de ivermectina con 10-14d de intervalo o una sola dosis de doramectina. Esto nos asegurará, en la medida de lo posible, que los animales entran libres de ectoparásitos y endoparásitos.
El protocolo de adaptación sanitaria se tendrá que modificar en cada caso concreto según el estado sanitario de cada explotación. Lo que se describe arriba cubre algunos de los patógenos más comunes, pero puede ser necesario incluir vacunas o exposición controlada frente a otras patologías como por ejemplo Leptospirosis, Rinitis Atrófica, Pleuroneumonía, Enfermedad de Glässer, Enteritis Proliferativa, Salmonelosis, Rotavirus u otros.
Texto e imágenes cedidas por el autor.